Editorial

La salud mental infantojuvenil en Atención Primaria. El relato de este siglo

Child and adolescent mental health in Primary Care. The story of this century

DOI: 10.55783/rcmf.170202

Luz de Myotanh Vázquez Canalesa y Marcia Guitián Domínguezb

a MD PhD. Coordinadora del Grupo de Salud Mental de la semFYC y coordinadora del Grup del Medicament de la SoVaMFYC. CAP Serrería 1. Valencia (España)

b MD. CAP Sardinero. Santander. Cantabria (España)

La salud infantojuvenil es un tema que viene preocupando desde hace varios años por el incremento de casos de trastornos de salud mental. La preocupación no es solamente sanitaria, sino también social y política. La pandemia empeoró los datos, pero desde el año 2017 se viene observando un incremento de la prevalencia tanto en el ámbito nacional como en el europeo1-3. Los datos a nivel europeo estiman que un 13% de la población infantil y de adolescentes menores de 19 años sufrieron algún problema de salud mental. Se observa que las tasas son más altas para hombres hasta los 14 años, y en la franja de 14-19 años hay más afectación en mujeres2,4. En el ámbito nacional, cabe mencionar que la Encuesta Nacional de Salud (ENSE)3 considera la franja de edad de 4-14 años como infancia y a partir de los 15 años ya habla de personas adultas, por lo que incluye los problemas de salud a partir de esta edad en el del grupo de personas adultas, sin hacer diferenciación de los problemas propios de la adolescencia, etapa que dura hasta los 19 años, según la Organización Mundial de Salud5. Se observa que los niños de 4-14 años tienen un riesgo de mala salud mental del 13,2%, siendo mayor en niños (15,6%) que en niñas (10,5%). Si se tiene en cuenta los grupos de edad, los más afectados fueron los de 4-9 años (14,2%) con respecto al grupo de 10-14 años, sin diferencias a nivel de género. La clase social a la que pertenecen no es baladí, cuanto más desciende el nivel socioeconómico los problemas de salud mental se incrementan, observándose mayor prevalencia en niñas de clase social baja (21,6%) que en niños (20,38%)1 de 4-14 años. El Barómetro de Juventud, Salud y Bienestar del año 20234 realiza un estudio sobre la salud de los jóvenes de 15-29 años. Para la franja de edad de 15-19 años habla de que un 15,6% experimentó con frecuencia problemas de salud mental, siendo más habitual en mujeres (20,7%) que en hombres (13,3%). Con respecto a nivel socioeconómico, se observa que las personas pertenecientes a clase social baja presentan más problemas de salud mental (24,3%), sin hacer distinción entre géneros en dicho informe.

Los síntomas por los que más suelen consultar por franja etaria en España se pueden observar en la tabla 1.

Otro aspecto que cabe mencionar es el incremento de suicidios en la etapa infantojuvenil considerada la primera causa de muerte no accidental de nuestro país en esta población. El Observatorio del Suicidio en España7 informa que la población menor de 15 años presenta una tasa de suicidio del 0,18%, siendo más habitual en hombres que en mujeres. Mientras que, al aumentar la franja etaria de 15 a 29 años, la prevalencia llega al 4,47%, siendo más frecuente en hombres (7,64%) que en mujeres (3,85%).

Y en medio de este contexto, cabría preguntarse cuál son las causas de este incremento en la prevalencia de la enfermedad mental. De manera general, la enfermedad mental grave da comienzo en la niñez y en la adolescencia, por lo que la detección, prevención y atención temprana va a influir en el bienestar y el futuro de la persona. La sociedad en la que vivimos y los nuevos estilos de vida están marcando la aparición de problemas de salud mental diferentes1,8. Los expertos han detectado diferentes causas: ciberadicción, ciberacoso y los trastornos del comportamiento8. La ciberadicción (abuso de tecnologías de información y comunicaciones [TIC], pantallas y videojuegos) es potencialmente adictiva, dado que produce una gratificación inmediata y los evade del mundo. Su uso habitual produce tolerancia, abstinencia, pérdida de control y craving. El ciberacoso incluye enviar mensajes ofensivos y rumores, así como excluir a las víctimas de grupos8. En una encuesta realizada en 42 países se observó que un 11% de menores de 13-15 años había sufrido al menos una vez ciberacoso y más de 3% lo sufría 2-3 veces al mes9. Los trastornos en el comportamiento se deben a una falta de solución de problemas, de autoestima y autoatribuciones. Los/las adolescentes que presentan estos problemas suelen tener una falta de tolerancia a la frustración y un gran nivel de exigencia que pueden acabar llevándolos a abuso de TIC. Es frecuente que interpreten las acciones del mundo que les rodea como hostiles, lo que provoca una mala relación social con sus iguales, profesores y figuras parentales1.

Por todo ello, el ámbito educativo es el medio perfecto para abordar el uso de las redes sociales. Actualmente, en España debido al creciente e imparable mundo digital, la interacción a través de la información, la relación y la comunicación está ligado a la vida de la población joven. Es necesario que el profesorado y las familias sean conocedores del buen uso que deben hacer de la tecnología para poder evitar efectos no deseados como: el aislamiento social, la alteración de los patrones de sueño o ser víctimas de acoso. Pero, al mismo tiempo, las redes sociales tienen aspectos positivos, dado que se pueden utilizar como herramientas que les permiten expresar, por ejemplo, cómo se encuentran a nivel anímico o incluso comunicar que sufren acoso. Esto puede facilitar la obtención de apoyo y herramientas para poder hacerle frente10.

Desde Atención Primaria es necesario promocionar la salud mental y prevenir los problemas psicosociales en las primeras etapas de la vida. En el caso de la depresión, dada su importancia como trastorno discapacitante asociado a riesgo de suicidio y morbilidad grave a largo plazo, se pueden emplear herramientas de cribado simple como el PHQ-2. En el caso de otras enfermedades como los trastornos de conducta alimentaria (TCA) y/o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), se podrían utilizar escalas validadas como la EAT o ASRS-V1.1. Este incremento de la prevalencia de casos de salud mental ha llevado a introducir en algunos países como Inglaterra, el cribado de problemas de Salud Mental en población infantojuvenil, mientras que en España se ha contemplado en varias comunidades autónomas la necesidad de iniciar el cribado protocolizado de salud mental, realizado por enfermería, como parte del programa de atención del niño y del adolescente11-13.

La situación de la salud mental en España, y en especial la infantojuvenil, ha puesto de relieve la necesidad de hacer un abordaje inmediato mediante la creación del Comisionado de Salud Mental dependiente del Ministerio de Sanidad y la elaboración de Planes Autonómicos de Salud Mental donde se aborde de manera específica la cuestión de la salud mental de esta población. Algunas medidas son: reforzar los servicios específicos de psiquiatría infantojuvenil; aumentar el número de camas hospitalarias de corta, media y larga estancia; programas específicos para TDHA y autismo; unidades de prevención de consumo; mejorar la coordinación con Atención Primaria y fortalecer el cribado y la prevención desde este contexto1,12,13. La vulnerabilidad de la infancia y la adolescencia hace necesario que todos los estamentos sanitarios y no sanitarios trabajen en equipo. Y, en este punto, la Atención Primaria es clave para la detección, prevención y coordinación con los servicios de salud mental, trabajo compartido en el ámbito educativo y apoyo a las familias.

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Rev Clín Med Fam. 2024;17(2):91-93

Cómo citar este artículo...

Vázquez Canales LDM, Guitián Domínguez M. La salud mental infantojuvenil en Atención Primaria. El relato de este siglo. Rev Clín Med Fam. 2024;17(2):91-93. DOI: 10.55783/rcmf.170202