Objetivos
Estudiar si declaramos en nuestras comunicaciones y ponencias los conflictos de intereses y cómo lo hacemos.
Pacientes y métodos
Estudio descriptivo, observacional y retrospectivo.
Se revisó en la base de datos sobre comunicaciones y ponencias de la web www.comunicacionescongresosemfyc.com de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYC) cualquier referencia a las palabras «conflicto de interés» (CDI).
Variables recogidas: existencia de una declaración de CDI, motivo de la declaración de CDI y en qué apartado de la comunicación se recoge.
Debilidades: las conclusiones no son generalizables, pues desconocemos si la SEMFYC cuenta con alguna base de datos que reúna las declaraciones de CDI al margen de la información publicada en la página web.
Aspectos eticolegales: médico de familia del Institut Català de la Salut (ICS), socio de la SEMFYC, instructor en soporte vital inmediato (SVI). En el último año he realizado diferentes formaciones en SVI, a través de la Universiat de Girona (UdG), por las que he recibido retribución económica.
Resultados
Se obtuvieron 25 comunicaciones. Se excluyeron 2 trabajos porque las palabras CDI no hacían referencia a los autores.
De los 23 trabajos estudiados, solo 2 (9%) declaran un CDI, y los 2 son por vinculación de los autores con la industria farmacéutica. 21 comunicaciones (91%) declaran no tener un CDI.
La mayoría de las declaraciones (17 (74%)) se notifican en el apartado de aspectos eticolegales, 4 (17%) se registran en el apartado de financiación y 2 (9%) en otros apartados.
Conclusiones
Existe un preocupante infraregistro de los CDI en nuestras comunicaciones. El CDI es un concepto mucho más amplio que la simple vinculación económica con una empresa o institución. Declarar un CDI no debe de ser negativo. Tenemos que exponer públicamente aquellas credenciales profesionales que puedan tener alguna relación con la comunicación que presentamos. La clave de todo está en la transparencia.