Introducción
Los/las profesionales de Atención Primaria se han visto sometidos a situaciones estresantes desde la eclosión de la pandemia de la COVID-19 en marzo de 20201. Debido a la saturación del sistema sanitario, en los centros de Atención Primaria fue necesario llevar a cabo una serie de cambios para afrontar la nueva situación y las sucesivas olas pandémicas: restricción de la atención presencial, cambios de roles y flujos de trabajo, responsabilidad del cribado y rastreo de casos y controles, asistencia sanitaria en residencias geriátricas y tratamiento domiciliario de pacientes COVID-19 cuando no estaba indicado o no era posible el ingreso hospitalario, incluyendo casos graves y tratamientos paliativos2,3. Todos estos cambios fueron asumidos en situaciones de incertidumbre, sobrecarga de trabajo, exposición a pacientes con COVID-19, escasez de equipos de protección individual, miedo al contagio o a ser vector de contagio. Estos factores, y otros previos, supusieron unas condiciones de práctica clínica extremadamente estresantes para los trabajadores sanitarios en general y para los/las médicos de familia en particular4,5, con un impacto relevante en su salud física y mental4,6,7. Una de las manifestaciones del impacto emocional de la pandemia en los trabajadores sanitarios es el burnout, un fenómeno conocido en este colectivo que conlleva agotamiento mental y emociones y actitudes negativas respecto al trabajo y sus pacientes8-10. El burnout afecta tanto al bienestar de las/los profesionales como a su rendimiento laboral11, comprometiendo la calidad del trabajo y la seguridad del paciente12-14. Por otro lado, en el transcurso de la pandemia también se han constatado sentimientos de responsabilidad profesional y cívica que han surgido entre profesionales de la sanidad como una forma de resiliencia y protección frente a estas situaciones estresantes15,16.
En este contexto, el objetivo del presente estudio fue estimar la prevalencia de burnout en médicos y médicas de familia de Cataluña durante la pandemia de la COVID-19 e identificar los factores sociodemográficos, laborales y de salud mental que se asocian a niveles altos de burnout.
Métodos
Diseño y ámbito
Estudio descriptivo transversal de una muestra de especialistas en Medicina Familiar de Cataluña basado en una encuesta administrada online entre el 18 de junio y el 28 de julio de 2021. El ámbito del estudio es la CAMFiC, que es la principal sociedad científica de Medicina Familiar en Cataluña y representa a la mayoría de profesionales médicos que trabajan en Atención Primaria.
Procedimiento
Se envió un correo electrónico con una invitación a participar a todos los socios (N = 4.700). Se incluía un enlace para acceder a una encuesta ubicada en una plataforma web segura. Durante el período de reclutamiento se enviaron cinco recordatorios.
Tamaño muestral: se calculó una muestra mínima de 350 respuestas, teniendo en cuenta que el 43% de médicas/médicos de familia tuvieron la dimensión de agotamiento emocional del cuestionario MBI elevada en un estudio europeo que incluyó a profesionales de España17. Esta dimensión fue la que obtuvo un porcentaje más alto. Esta estimación se hizo para un nivel de confianza del 95% y una precisión del 5%.
El estudio se diseñó de acuerdo con la Guía de buenas prácticas en investigación en Ciencias de la Salud (Barcelona: Institut Català de la Salut, 2015). El protocolo del estudio fue aprobado por el Comité Ético de Investigación (CEI) del IDIAP Jordi Gol (21/098-PCV; Barcelona, 01/06/2021). Al inicio de la encuesta, se informaba de los objetivos y procedimientos del estudio y se solicitaba el consentimiento explícito de las personas participantes. Al final, se ofrecía una lista de recursos locales donde quienes participaban podían solicitar atención y recibir apoyo psicológico, si lo consideraban necesario.
Mediciones y variables
a) Burnout
Medido con el Maslach Burnout Inventory18,19. Este cuestionario evalúa: 1) agotamiento emocional, definido como el sentimiento de estar exhausto mental y físicamente por los requerimientos del trabajo; 2) despersonalización, con actitudes de frialdad y distanciamiento hacia pacientes y trabajo; y 3) realización personal, que evalúa los sentimientos de autoeficacia y satisfacción con el trabajo. Contiene 22 ítems sobre sentimientos y actitudes del profesional hacia el trabajo que se responden en una escala Likert desde 0 puntos («nunca») hasta 6 puntos («cada día»). La puntuación de cada dimensión se calcula mediante el sumatorio de sus ítems. Estas puntuaciones se categorizan en bajo, medio y alto, según los puntos de corte recomendados por Maslach18 y que fueron utilizados en el estudio europeo EGPRN17: agotamiento emocional bajo (< 14 puntos); agotamiento emocional medio (14-26 puntos), y agotamiento emocional alto (> 26 puntos). Despersonalización baja (< 6 puntos), media (6-9 puntos), y alta (> 9 puntos). Realización personal baja (< 34 puntos), media (34-39 puntos), y alta (> 39 puntos).
b) Estado psicológico
Medido con el cuestionario Depression, Anxiety and Stress Scales (DASS-21)20-22. Contiene tres escalas que evalúan la presencia de síntomas de depresión, ansiedad y estrés. Cada escala tiene siete ítems que se valoran desde 0 puntos («nunca») hasta 3 puntos («casi siempre/siempre»). Cada dimensión se estratifica en normal, leve, moderada, severa o extremadamente severa. Según las instrucciones de puntuación del manual del cuestionario20, los respectivos puntos de corte para la escala de depresión fueron: < 5, 5-6, 7-10, 11-13, > 13; para la escala de ansiedad: < 4, 4, 5-7, 8-9, > 9; y para la escala de estrés: < 8, 8-9, 10-12, 13-16, > 16.
Asimismo, se recogió el antecedente de trastorno psicológico previo.
c) Características sociodemográficas y laborales
Edad, género, estado civil, situación de convivencia familiar (hijos menores o personas dependientes en casa), situación laboral y caracterización del puesto de trabajo (antigüedad, ámbito de trabajo rural o urbano).
d) Antecedente personal y familiar de exposición a COVID-19
Exposición directa a pacientes con COVID-19 por motivos laborales, antecedentes de infección por COVID-19 (infección, enfermedad, hospitalización, cuarentena) o de familiares o personas cercanas que hubieran sufrido la enfermedad.
Análisis estadístico
Se hizo un análisis descriptivo de las características sociodemográficas, laborales y de los resultados en los cuestionarios DASS-21 y MBI. Se calcularon los intervalos de confianza al 95% de los resultados principales. Se compararon los resultados según género mediante chi cuadrado y t de Student para variables categóricas y continuas, respectivamente, una vez comprobados los supuestos de aplicación de cada prueba estadística.
Para valorar qué variables se asocian a un alto grado de afectación en las dimensiones del MBI, se hizo en primer lugar un análisis bivariante con pruebas de chi cuadrado y t de Student. Posteriormente, se hicieron modelos multivariantes de regresión logística para identificar los factores asociados de forma independiente a cada dimensión de burnout. Las variables dependientes fueron tener un alto nivel de afectación, en relación con tenerlo bajo o medio en cada una de las tres dimensiones. Recordamos que en «realización personal» el estrato de puntuación baja corresponde a nivel de afectación alto. Se incluyeron como variables explicativas la edad, el género y aquellas variables con un valor del estadístico p < 0,2 en los análisis bivariantes. Cuando las variables no contribuían a mejorar el ajuste del modelo, se excluían del mismo. Los criterios utilizados para extraer variables del modelo fueron los cambios en la verosimilitud si dicha variable se eliminaba (si resultaba una p > 0,2) y cómo afectaba a la precisión de las estimaciones del resto de variables del modelo. Además, aunque no cumplieran las condiciones anteriores, se decidió mantener en el modelo las variables de ajuste género, edad y puntuación en la escala DASS. Se evaluó el ajuste del modelo global mediante la prueba de bondad de Hosmer-Lemeshow y el porcentaje de personas correctamente clasificadas. La significación estadística se estableció en p < 0,05. Los análisis se hicieron con el paquete estadístico R.
Resultados
Participaron en la encuesta 522 médicas y médicos de familia, lo que representa un 11,1% de la población diana (N = 4.700). Del conjunto de participantes, 413 (79,1%) se identificaron como mujeres y uno reportó género no binario. La edad media fue de 47,0 años (desviación estándar [DE]: 10,4), siendo significativamente más alta en hombres que en mujeres (52,6 (DE: 9,4) versus 45,5 (DE: 10,2); p < 0,001)). El 90,8% ejercían en Atención Primaria, y la inmensa mayoría (el 96,2%) llevaba a cabo tareas asistenciales. La antigüedad media en el puesto de trabajo actual era de 15,1 años en hombres (DE: 9,7) y de 11,0 (DE: 8,3) en mujeres (p = 0,011). El 81,0% trabajaba en un ámbito urbano. En su entorno laboral, un 79,1% refería exposición frecuente o muy frecuente a pacientes COVID-19, y un 24,9% había padecido la enfermedad.
Salud mental
Un 25,4% de las personas participantes tenía síntomas de depresión de intensidad moderada, severa o muy severa. Más de un tercio (36,1%) presentaron ansiedad de moderada a muy severa. El 41,8% presentaron niveles relevantes de estrés (de moderado a muy severo). En las tres dimensiones, las mujeres se ubican con mayor frecuencia que los hombres en los estratos de mayor afectación psicológica, de forma estadísticamente significativa. El 23,3% de participantes tenía antecedentes de trastorno psicológico previo (tabla 1).
Burnout
Más de dos tercios de las personas participantes (67,5%, intervalo de confianza [IC] 95%: 63,2-71,6%) presentaban niveles altos de agotamiento emocional, siendo esta la dimensión de burnout más afectada. El porcentaje de mujeres en el estrato más afectado era significativamente superior al de hombres (71,1% versus 54,3%; p < 0,001). Casi la mitad (42,7%, IC 95%: 38,3-47,2%) se situaba en el estrato de puntuaciones altas en despersonalización, sin diferencias entre sexos, y el 29,9% (IC 95%: 25,9-34,1%) de los participantes presentan niveles bajos de realización personal, siendo más afectadas las mujeres (tabla 1). Un 17,8% (IC 95%: 14,6-21,5%) presentaban afectación simultánea en las tres áreas evaluadas, sin diferencias significativas entre hombres y mujeres (16,2% y 18,3%, respectivamente; p = 0,620).
Nivel de burnout según características sociodemográficas, laborales y de salud mental
Las mujeres presentaron mayor afectación en la dimensión de agotamiento emocional que los hombres. La media de edad y de años de experiencia laboral fue inferior en el grupo con afectación elevada en agotamiento emocional y despersonalización, con relación al grupo con baja o moderada afectación. La exposición frecuente o muy frecuente a pacientes con COVID-19 se asoció a agotamiento emocional alto (tabla 2).
Respecto a las variables psicológicas, la puntuación en las escalas de depresión, ansiedad y estrés (DASS-21) fue superior en el grupo con afectación elevada en las tres dimensiones de burnout. Tener antecedentes de un trastorno psicológico previo se asoció significativamente a agotamiento emocional alto (tabla 2).
En los modelos de regresión logística (tabla 3), el género no fue significativo en ninguno de los modelos. Solo la edad y el estado psicológico se asociaron de forma independiente con las diversas dimensiones del burnout: mientras que la edad se asoció de forma inversa a agotamiento emocional y despersonalización altos, la depresión se relacionó con despersonalización alta y realización personal baja; la ansiedad, con agotamiento emocional alto, y el estrés, con las tres dimensiones.
Discusión
Este estudio analiza el fenómeno del burnout en médicos de familia de Cataluña después de más de un año del inicio de la pandemia de la COVID-19. Hemos observado niveles de burnout inéditos antes de la pandemia4, con una prevalencia del 18% en la afectación simultánea de las tres dimensiones. La prevalencia global de burnout en nuestro estudio es superior a la reportada en un estudio internacional llevado a cabo en 2003 con médicas y médicos de familia de 12 países europeos. En este estudio, la prevalencia global era de un 12% y con esta cifra ya se concluía que esto podía representar un problema relevante para los sistemas sanitarios17. Seda et al. 23, en un análisis longitudinal de una muestra de 40 médicas/médicos de familia, documentan bien la progresión en relación con la eclosión de la pandemia: la prevalencia de burnout, definido como una afectación concomitante de las tres dimensiones, pasó de un 10% en 2019 a un 50% en octubre de 2020 (7 meses después de que en España se promulgara el estado de excepción por la pandemia). Esta evolución puede explicarse por las condiciones extremadamente estresantes en que los médicos y médicas de familia han desarrollado su práctica profesional a lo largo de la pandemia3,7,24.
En nuestro estudio, la dimensión más afectada fue el agotamiento emocional, con más de dos terceras partes (67,5%) de la muestra en niveles altos. En comparación, la estimación de afectación en esta dimensión en un metanálisis de prevalencia de burnout en médicos generales fue del 39%9. En el presente estudio, un 42,7% presentaba un nivel alto de despersonalización y un 29,9% se ubicaba en el estrato de baja realización personal, cifras también superiores a las reportadas en el metanálisis antes citado (respectivamente, 31% y 27%).
Al hacer el análisis del burnout desde una perspectiva de género, observamos que las mujeres presentaron peores resultados, concretamente en las dimensiones de agotamiento emocional y de baja realización personal, aunque en los modelos multivariados estas asociaciones no se demostraron. Una relación entre género y burnout era esperable ya que, entre los trabajadores sanitarios, la mayor vulnerabilidad de las mujeres al malestar emocional y a los problemas de salud mental en situaciones de estrés es un hallazgo constante en estudios epidemiológicos9,25, y el sexo femenino es un determinante establecido para desarrollar burnout en la profesión médica9,25.
Tal como se ha descrito en la literatura9,24, hemos observado que la edad se asoció de forma inversa con la afectación por burnout, concretamente en las dimensiones agotamiento emocional y despersonalización. En los modelos multivariados, una menor edad supuso mayor riesgo de burnout. Probablemente, con la edad y la experiencia profesional se van desarrollando mecanismos eficientes de afrontamiento de las situaciones estresantes que protegen contra los resultados psicológicos adversos.
Respecto a las variables relacionadas con la salud mental, hemos encontrado que una cuarta parte de los participantes tenían niveles significativos de depresión, un tercio de ansiedad y cerca de la mitad niveles de estrés relevantes. Estos altos niveles de sufrimiento psicológico eran esperables y concuerdan con los resultados de otros estudios en trabajadores sanitarios de diversos perfiles profesionales y niveles asistenciales6,7,26. Además de lo que estos resultados suponen en términos de deterioro de la salud mental, estas variables se asocian de forma consistente con la presencia de burnout y, consecuentemente, con la calidad del ejercicio profesional.
El presente estudio tiene limitaciones que conviene considerar al interpretar sus resultados. Primera, la baja tasa de respuesta podría limitar su validez. Esta limitación es intrínseca al procedimiento basado en listas de distribución de correos electrónicos institucionales y encuestas online27-29. Segunda, la participación voluntaria puede introducir un sesgo de selección cuya dirección es difícil de predecir: los individuos más afectados pueden sentirse interpelados a responder, pero no podemos descartar que estos individuos sean reticentes a participar, por desmotivación o por evitación. Tercera, un diseño transversal no permite establecer una relación causal entre las variables explicativas y los resultados, aunque puede ser útil para formular hipótesis que sirvan de base de estudios prospectivos o de intervención. Y cuarta, los resultados reportados corresponden a una muestra de médicas/médicos de familia de Cataluña en una situación epidémica concreta de la pandemia: 14 meses después de su inicio, con diversos indicadores de fatiga pandémica en las/los trabajadores de la sanidad30 y coincidiendo con la eclosión brusca e inesperada de una quinta ola de contagios que multiplicó por 14 la incidencia acumulada en 2 semanas en Cataluña, pasando de 90 casos/100.000 habitantes el 18 de junio a 1.267 casos/100.000 habitantes el 20 de julio –cuando se llegó al pico de incidencia–31. Por tanto, las generalizaciones o las extrapolaciones a otros momentos, ámbitos geográficos o institucionales deben hacerse con cautela. Además, al interpretar los resultados, hay que tener en cuenta que 8 de cada 10 participantes eran mujeres. Esto, lejos de suponer un sesgo, es un reflejo de la mayor presencia femenina en las profesiones sanitarias y, particularmente, en la Medicina Familiar32.
Implicaciones prácticas
El burnout es una condición muy relevante no solamente como expresión de malestar y sufrimiento emocional del médico o la médica, sino porque se asocia con menos eficacia en el trabajo y con mayor probabilidad de errores33.
Es necesario que desde las instituciones sanitarias se lleve a cabo una monitorización proactiva del estado psicológico de las/los profesionales para detectar de forma precoz necesidades y vulnerabilidades, así como para facilitar el acceso a intervenciones efectivas para aumentar la resiliencia personal y grupal34,35. Pero también hacen falta cambios en las estructuras organizativas, en el entorno laboral y en las condiciones de trabajo36-38. En la medida en que se están gestionando situaciones nuevas y cambiantes, habrá que evaluar en un entorno de práctica clínica la utilidad y la efectividad de las intervenciones preventivas o terapéuticas que se proponen y la mejor manera de implementarlas39.
Agradecimientos
Este estudio ha sido posible gracias a la generosa colaboración de todos los/las médicos de Atención Primaria que participaron en la encuesta en tiempos extremadamente exigentes. Agradecemos a la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària (CAMFiC) y al Institut Universitari per a la Recerca a l'Atenció Primària de Salut Jordi Gol i Gurina (IDIAP Jordi Gol) su iniciativa y apoyo en el desarrollo de este estudio. Agradecemos a Anna Moleras, Joan Lozano, Claudia Cañigueral y Alex Febrero el apoyo brindado en la gestión de la encuesta.