Es un accidente geográfico formado por una masa de tierra que se proyecta hacia el interior del mar. Recibe este nombre sobre todo cuando su influencia sobre el flujo de las corrientes costeras es grande, provocando dificultades para la navegación. Algunos cabos son especialmente famosos por la gran cantidad de víctimas que se han cobrado a lo largo de la historia al naufragar en sus peligrosas aguas las embarcaciones, algunas de ellas tras estrellarse contra rocas o hielos flotantes y otras por no poder soportar la fuerza de los vientos.
Salvador tiene 25 años, sufrió un esguince durante el trabajo, fue tratado en la mutua laboral con vendaje e inmovilización, antinflamatorios no esteroideos y heparina de bajo peso molecular (HBPM). Unos días después, acudió a un servicio de urgencias extrahospitalario por sensación de ahogo. Estaba muy nervioso.
El electrocardiograma fue normal, así como la exploración cardiorrespiratoria. Fue diagnosticado de crisis de ansiedad y tratado con lorazepam sublingual, y remitido a su domicilio.
Según salía para su casa, presentó una disnea intensa y pérdida de conocimiento. Fue trasladado al hospital, donde falleció pocos minutos después, diagnosticándose un tromboembolismo pulmonar (TEP) masivo secundario a trombosis venosa en la pierna inmovilizada.
Este episodio originó una grave crisis emocional en la familia: sus padres, de 51 y 52 años, y sus dos hermanas, Bárbara de 36 años, y Mariana de 23 años, que presentaba diabetes mellitus tipo 1. La madre resultó especialmente afectada, con un duelo patológico. Se realizaron los trámites de denuncia del médico que atendió inicialmente a Salvador, y repetidos juicios absolvieron al facultativo, pero la familia recurrió en diversas instancias, hasta el Defensor del Paciente... Durante 4 o 5 años permanecieron los padres, especialmente la madre, en esta batalla legal, así como en tratamiento psicológico.
Seis años después, aún en revisiones psicológicas de la madre, la hermana mayor de Salvador, Bárbara, sufre un traumatismo leve de tobillo derecho que se trata con vendaje e inmovilización en el servicio de urgencias. Tres semanas después persistía o se había incrementado el dolor, y tras quitar el vendaje, se puso de manifiesto una hinchazón importante del tobillo derecho y la parte distal de esa pierna.
—Aún está muy hinchado… ¿Lo ve? Y me duele… al andar…
—No es nada… Hay que esperar… —dice el médico de cabecera, seguro de sí mismo.
A veces los peligrosos vientos que soplan en los cabos, cuya fuerza se puede ver incrementada en esos puntos por el «efecto embudo» de las montañas…, hacen muy peligrosa la navegación…
Bárbara acude nuevamente a urgencias, donde se le diagnostica una trombosis venosa profunda de ese tobillo y se trata con HBPM...
Desde cubierta, se veía una enorme nube negra acercándose desde el sudoeste, oscureciendo completamente el cielo. «¡Aquí viene el Cabo!» pensó el médico, y apenas tuvo tiempo para arriar las velas antes de que le alcanzara. En pocos momentos, el mar se endureció como nunca antes lo había visto, su pequeño buque se zambulló en él y toda la proa, por donde el mar entraba, se cubrió de agua…
—¿Debí remitir a la familia de Salvador, tras su TEP, para investigación de factores genéticos de trombofilia? ¿Debería haber pensado en un evento trombótico idiopático en el caso de Bárbara? —se pregunta el médico.
Se ven en el promontorio del cabo todos los caracteres que lo distinguen, esto es, las brumas que lo envuelven, el huracán de viento y agua que lo rodea, las inmensas nubes negras que oscurecen el cielo, las sacudidas del viento y granizo que llegan con gran violencia…