Antecedentes y situación actual del tema
La creación de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria en España data de 19781 con la publicación en el Boletín Oficial del Estado del título correspondiente, y es en el año 2005 cuando se renueva el programa de la especialidad2. Aunque en la actualidad la Comisión Nacional de la Especialidad sigue trabajando para renovar dicho programa, lo cierto es que el manejo de las patologías urgentes ha estado y siempre estará presente dentro de las competencias del especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. El manejo diagnóstico y terapéutico inicial de las patologías médicas, quirúrgicas y traumatológicas que se atienden tanto en el centro de salud como en el hospital se recogen en el programa con un nivel de responsabilidad variable.
La formación de especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria en España capacita para una amplia oferta laboral tanto en actividades asistenciales (consultas de Atención Primaria, urgencias y emergencias, residencias, mutuas…) como en el ámbito de la gestión clínica, en docencia o en investigación. Algunos profesionales optan por trabajar inicialmente en el ámbito de la urgencia y, posteriormente, pasan a otros entornos laborales, como la Atención Primaria o la docencia. Especialmente relevante resulta la capacitación polivalente para el manejo global del paciente en el entorno rural, donde los medios escasean.
Independientemente de estos ámbitos de trabajo, también se ha valorado la inclusión de profesionales de Atención Primaria en servicios de urgencias hospitalarias. Una revisión analizó los efectos de la atención de médicos de Atención Primaria en la atención hospitalaria, concluyendo que aportan habilidades clínicas avanzadas y un enfoque centrado en el paciente que mejora la calidad de las derivaciones, entre otros aspectos3. Además, garantizar el acceso a la atención de emergencia en zonas rurales cada vez es más complejo, por lo que a medida que aumenta la ruralidad también aumenta la dependencia de especialistas en Medicina Familiar para ofrecer una atención de emergencia de calidad4.
Aunque hay muchos países donde la especialidad de medicina de urgencias y emergencias está desarrollada, es innegable que la Medicina Familiar debe continuar estando presente en las urgencias. En el caso de Estados Unidos, la Academia de Medicina de Familia ha publicado varios documentos argumentando que los datos respaldan que los médicos y médicas de familia tienen un papel esencial en el futuro de la atención de emergencia5, ya que se tardarán décadas para que los profesionales recién especializados en medicina de emergencias puedan satisfacer las demandas. Además, existen modelos que permiten que las/los profesionales de Medicina Familiar reciban certificación y experiencia adicional en la práctica y procedimientos de emergencia como el canadiense, demostrando el efecto positivo en la asistencia al paciente y en las salidas laborales para el profesional6.
Por otra parte, los altos niveles de desgaste profesional en el trabajo de medicina de emergencia también son considerables. Un metanálisis demostró el alto nivel de burnout en los médicos y médicas de emergencias, con un 40%, y es que son profesionales con mayor susceptibilidad al agotamiento en comparación con otros departamentos7. Además, casi el 50% reportan síntomas de agotamiento clínico relacionados con el impacto de los trastornos de sueño y circadianos8.
En este contexto encontramos especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria que en el desarrollo de su vida laboral han trabajado durante un tiempo en urgencias y, posteriormente, en Atención Primaria, por lo que pueden aportar una visión apoyada en su experiencia personal. El objetivo de este estudio ha sido conocer las opiniones sobre su actividad laboral en un servicio de urgencias y en Atención Primaria, así como valorar las ventajas y desventajas que ello ha supuesto para su profesión.
Recogida de datos
Se distribuyó un cuestionario, específicamente diseñado para este estudio, que contenía preguntas relacionadas con la situación laboral en urgencias y en Atención Primaria. El cuestionario se refleja en la tabla 1.
Resultados
Se recibieron un total de 26 encuestas, de las que el 73,08% fueron respondidas por mujeres. Todas las comunidades autónomas están representadas, a excepción de Murcia y el País Vasco, aunque hay tres personas cuyo origen no ha podido ser identificado.
En cuanto a la situación laboral, el 76,92% tenían plaza fija en propiedad y el resto tenían una relación contractual de interinidad. El 57,69% trabajaban en un centro de salud urbano y el 50% en un centro docente. El 69,23% continuaban haciendo guardias y el 65,28% eran tutores/tutoras de residentes.
La media de años trabajando en urgencias antes de hacerlo en Atención Primaria fue de 9,37 años, y en Atención Primaria la media fue de 7,7 años.
En el ámbito de trabajo en urgencias, casi las dos terceras partes trabajaron en urgencias hospitalarias (el 69,23%) y en urgencias de Atención Primaria trabajó el 50% (figura 1).
El 69,23% también fueron tutoras/tutores de residentes en el ámbito de urgencias y la formación adicional adquirida fue fundamentalmente a través de cursos de soporte vital. El 50% de las personas encuestadas realizó algún máster de urgencias y/o emergencias (figura 2).
El 92,30% también fue docente en urgencias en cursos de formación en soporte vital o cursos de urgencias.
Respecto a los motivos por los que las personas dejaron de trabajar en urgencias (tanto hospitalarias como de otro tipo) para desempeñar su actividad laboral en Atención Primaria, fundamentalmente fueron la conciliación, horarios compatibles y la obtención de plaza en propiedad o un mejor contrato. El 16% de las personas encuestadas argumentó que su principal motivación fue el atractivo laboral, ya que el ámbito de la Atención Primaria les gustaba más y el 8% argumentó cansancio. Solo una persona de las encuestadas continúa trabajando en ambos ámbitos (figura 3).
En la tabla 2 se muestran algunos de los comentarios que hicieron las personas encuestadas sobre los conocimientos que adquirieron trabajando en urgencias y, en la actualidad, en su trabajo en Atención Primaria, les resultaban muy útiles.
Al 57,69% de las personas que trabajaron inicialmente en urgencias y posteriormente en Atención Primaria no les resultó difícil el cambio (figura 4); solo dos personas (el 7,69%) dijeron que necesitaron un período de reciclaje.
En cuanto a las preguntas sobre ventajas y desventajas de trabajar en ambos ámbitos, las respuestas fueron variadas, aunque la mayoría consideró que es una oportunidad (tabla 3).
Por último, respecto a la pregunta sobre si se recomendaría trabajar en ambos ámbitos, el 92% opinó que sí; solo dos personas dijeron que no lo recomendarían, argumentando que es otra forma de «explotación laboral al profesional» o que se requiere mayor preparación (figura 5).
Conclusiones
Aunque la muestra evaluada puede representar una limitación para la generalización de los resultados, disponemos de un estudio piloto que nos permite conocer, al menos en parte, algunas opiniones sobre la polivalencia de las/los profesionales de Medicina Familiar y Comunitaria en dos ámbitos laborales de nuestra especialidad como son la urgencia y/o emergencia frente a la Atención Primaria, ya que constituyen dos oportunidades laborales posibles que a menudo se complementan.
A lo largo del ciclo vital del especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, su trayectoria profesional se desarrolla, en un primer momento, en el ámbito de la urgencia hospitalaria tras su período de formación especializada, pasando posteriormente a hacer su actividad laboral en Atención Primaria. Entre las personas encuestadas, parece que la obtención de una plaza en propiedad o una mayor estabilidad fue uno de los principales motivos para pasar del ámbito de la urgencia al de la Atención Primaria. Es lógico que el perfil profesional del médico/médica que trabaja en urgencias tenga una media de edad más baja, probablemente, por la carga de estrés y por el nivel físico que se requiere. En un metanálisis se valoró la prevalencia del burnout entre los profesionales de emergencias que demostró un alto nivel de agotamiento (40%), siendo mayor que los profesionales médicos de otras áreas9. Otro estudio también valoró que este grupo de profesionales son vulnerables y que se necesitan enfoques preventivos para prevenir el estrés10.
En el caso de la conciliación laboral y la compatibilidad horaria, los horarios en Atención Primaria pueden ser más adecuados en función de lo avanzada que esté la vida laboral. El equilibrio entre el trabajo y la familia con horarios atípicos ha sido poco estudiado, pero se han hecho algunas propuestas para dimensionar estrategias de mejora11.
En cualquier caso, la oportunidad de aprendizaje y desarrollo profesional en ambos ámbitos es muy probable que sean beneficiosos para el paciente, ya que recibe atención de médicos/médicas con adecuada capacitación en la atención urgente, así como en la atención longitudinal o la cronicidad. Aunque la formación especializada vía MIR es un sistema muy completo y con muchas ventajas, es indudable la necesidad de reciclaje y formación continua en capacidades y habilidades para resolver situaciones que no son frecuentes, y la experiencia laboral en urgencias ayuda a adquirir seguridad, experiencia y manejo (figura 6).
La Medicina Familiar y Comunitaria es una disciplina tan amplia que capacita a profesionales polivalentes para ámbitos laborales diversos y que pueden desarrollarse según el momento vital de la persona. Aun así, existen ventajas y desventajas que hay que tener en cuenta, pero no hay que perder la perspectiva de que lo que aporta la Medicina Familiar es una visión integral y holística del paciente más allá del entorno en el que se está atendiendo.