Hemos leído con atención el artículo «El reto de la pandemia de la COVID-19 para la Atención Primaria»1 que aporta datos sobre la carga de trabajo de las médicas y médicos de familia en toda España durante la primera ola de la pandemia. Los datos aportados sobre la presión asistencial son muy interesantes para valorar las necesidades reales en recursos humanos, sobre todo por la ausencia de datos oficiales sobre la frecuentación sanitaria en los centros de salud. Para complementar estos datos, la Sociedad Andaluza de Medicina Familiar y Comunitaria realizó una encuesta sobre la actividad asistencial del día 25 de enero, en plena tercera ola de la pandemia.
Participaron 182 médicos y médicas de familia de todas las provincias andaluzas (media de edad 49,7 ± 10,8 y 58% mujeres). Cada profesional atendió a una media de 58 pacientes diarios, un 82% por motivos clínicos y 18% por temas administrativos (tabla 1). Un 99,4% de los encuestados ofertaron unas 14 citas de demanda clínica presencial. El 69,3% ofertó una agenda con unas 8 citas para temas administrativos. Todos atendieron una media de 35 llamadas, y el 71% realizaron un aviso domiciliario. Las agendas del medio rural tienen una media de cuatro citas más (p < 0,10 t Student), con cinco citas presenciales más, pero dos citas telefónicas menos (p < 0,05 t Student) (tabla 1). El 18,4% de las consultas son pacientes sin cita previa, que demandaron atención presencial y telefónica (figura 1). Los médicos y médicas de familia son los principales responsables del diagnóstico y seguimiento de los pacientes con infección por COVID-19. En un 65% de los centros hay una consulta presencial exclusiva para atender a personas con síntomas respiratorios o sugerentes de infección por COVID-19, y en el 45% hay una agenda telefónica especial para el seguimiento de los casos confirmados. Esta agenda de seguimiento la atiende un médico de familia en el 83% de los casos, un profesional de enfermería de Medicina Familiar y Comunitaria en el 55% y especialistas en Medicina Familiar en un 3%. La participación de rastreadores externos al centro de salud es mínima y se cuantifica en un 10%.
Pese a los posibles sesgos de observación e información, los resultados se refrendan por el propio Servicio Andaluz de Salud2, que ha notificado un incremento del 36% de las citas durante el primer semestre del año 2021 respecto a 2019, con más de 47 millones de registros en las historias digitales de salud. Con los datos aportados se puede afirmar que los médicos de familia han aportado la suficiente flexibilidad para implementar la teleasistencia de forma generalizada3,4, con una atención continuada y centrada en la resolución de problemas y no en trámites administrativos1,5,6, aumentando casi un 20% las citas de la agenda a demanda para atender en el mismo día a pacientes sin cita. Todo este esfuerzo ha supuesto incrementar el número de citas diarias hasta duplicar lo recomendado por el Servicio Andaluz de Salud, que indicaba un máximo de 30 pacientes por especialista en Medicina Familiar y día7, contradiciendo la falsa y extendida noticia sobre «centros de salud cerrados»8. A destacar la mayor presión asistencial en las zonas rurales, posiblemente por las características socioculturales propias y la difícil cobertura de muchos consultorios.
El cambio obligado en la gestión de las agendas para evitar los contagios ha sido abrupto y difícil para profesionales y pacientes. La población no ha participado en los cambios organizativos, perdiendo el punto de encuentro social que ofrecían los centros de salud y experimentando retrasos en la atención solicitada. Estas demoras no solo se deben al insuficiente número de especialistas en Medicina Familiar, sino a un colapso del sistema de citación centralizada (Salud Responde), con dificultades para obtener una cita por teléfono o internet y sin posibilidad de priorizar por gravedad las demandas ante la falta de protocolos de triaje9. La dificultad para obtener una cita ha afectado negativamente la imagen del médico de familia y el centro de salud.
La continuidad de la atención previa y el conocimiento de los pacientes y su entorno por parte de las médicas y médicos de familia han facilitado la implantación del nuevo modelo asistencial, evaluado favorablemente en diferentes publicaciones5,6,10. Se precisa que los gestores incrementen los recursos humanos y materiales de la Atención Primaria, que la población colabore poniendo en práctica el autocuidado y que los medios de comunicación pongan en valor el trabajo realizado11,12.