Introducción
La fitofotodermatosis es una erupción inflamatoria de la piel, resultado del contacto con plantas que producen sustancias fototóxicas (furocamarinas o psoralenos) y tras la exposición a la luz del sol. La anamnesis e historia clínica del paciente adquieren gran importancia para identificar dicho diagnóstico1.
Caso clínico
Hombre de 49 años, sin antecedentes personales de interés, que acude a consulta por eritema pruriginoso en el área ventral de ambos antebrazos de 24 horas de evolución. Dos días antes, había estado podando una higuera, desprovisto de protección; al día siguiente de la poda, había montado en bici con ambos brazos expuestos al sol.
En la exploración física presentaba buen estado general. Se objetivó dicho eritema, que presentaba aumento de la temperatura local y alguna flictena aislada (figura 1). Tras la exploración y, dados los antecedentes del paciente, se diagnosticó fitofotodermatosis, recomendándose antihistamínico (ebastina 20 mg cada 24 horas) y corticoide local (aceponato metilprednisolona tópica cada 12 horas).
A las 48 horas del contacto inicial con la higuera, volvió a acudir a consulta porque las lesiones se habían extendido al tronco y habían aparecido grandes ampollas sobre la base eritematosa (figuras 2 y 3). Además, el paciente presentaba febrícula y un leve deterioro del estado general. Por ese motivo, fue derivado a urgencias, donde, en una primera instancia, se hizo analítica urgente, que fue normal. No obstante, fue valorado por cirugía plástica, donde se decidió vaciar las ampollas sin destecharlas. Asimismo, el cirujano recomendó al alta, hacer curas locales húmedas con sulfadiacina de plata, inicio de tratamiento con prednisona oral 30 mg al día (pauta descendente) y aplicación de una pomada de betametasona y gentamicina. Las lesiones del paciente remitieron tras 1 semana de tratamiento sin cicatrices.
Discusión
La fitofotodermatosis es una reacción cutánea intensa tras contacto con plantas que sintetizan sustancias fototóxicas (furocumarinas o psoralenos) y posterior exposición a la luz ultravioleta de longitud amplia (UVA de 320 a 420 nm). La humedad cutánea puede ayudar a facilitar la entrada del fotosensibilizante1,2, tal y como le ocurrió a nuestro paciente (hizo ejercicio y sudó estando al sol). Fue descrito por primera vez en 1942 por Klaber3,4. Se trata de una reacción no mediada inmunológicamente, por lo que no precisa sensibilización previa4. Su incidencia es mayor en primavera y verano, en zonas rurales (como es nuestro caso) y asociada a prácticas como la poda, la recolección de frutos o la exposición a huertos y/o campo.
La erupción se inicia trascurridas las primeras 24 horas y alcanza su máxima expresión a las 72 horas, tal como le ocurrió a nuestro paciente. Produce lesiones que van desde el mero eritema a la formación de vesículas y/o grandes ampollas1 (figura 1 y 2) que asemejan quemaduras y pueden tener las mismas complicaciones que un gran quemado: infecciones, impétigos, celulitis, síndrome de Steven Johnson, sepsis…, por lo que hay que estar muy atentos a su tratamiento y evolución. Posteriormente, puede quedar una pigmentación residual que se curará sin dejar cicatriz1.
El diagnóstico diferencial hay que realizarlo con quemaduras, eccemas de contacto y enfermedades fotoinducidas, como el lupus eritematoso sistémico y la porfiria. De ahí la importancia de la anamnesis precisa, la exploración de las lesiones y conocer los antecedentes personales del paciente2,5.
Las plantas, frutos y vegetales que más producen está alteración son higos, perejil, apio, lima, limón, Campositae spp, Umbiliferae spp2,6. El tratamiento requiere curas locales húmedas con corticoides tópicos y/u orales y a veces se precisa antibiótico y antihistamínicos orales.
Queremos hacer especial mención a la importancia de que los especialistas en Medicina de Familia del ámbito de Atención Primaria o de urgencias y pediatría (es más frecuente en niños) puedan identificar la fitofotodermatosis para su detección precoz, prevención y tratamiento. De esa forma facilitaremos una adecuada vigilancia evolutiva y prevención de eventuales complicaciones.